lunes, 22 de junio de 2015

¿Quié escribió el cuento del conde Olinos?

El conde Olinos


Madrugaba el conde Olinos,
mañanita de San Juan,
pa’ dar agua a su caballo
a las orillas del mar.

Mientras el caballo bebe
él canta un dulce cantar.
Todas las aves del cielo
se paraban a escuchar.

Caminante que camina
olvida su caminar;
navegante que navega
la nave vuelve hacia allá.

La reina estaba labrando,
la hija durmiendo está.
Levantaos, Albaniña,
de vuestro dulce soñar.

No es la sirenita, madre,
la de tan bello cantar,
que es la voz del conde Olinos
que por mí quiere finar.

Si por tus amores pena,
¡oh, malaya su cantar!
Ni porque nunca lo goces
yo lo mandaré matar.

Si lo manda matar, madre,
juntos nos has de enterrar.
Él murió a la medianoche
y ella a los gallos cantar.

A ella como hija de reyes
la entierran en el altar,
a él como hijo de condes
unos pasos más atrás.

De ella nace un rosal blanco,
de él nació un espino albar;
crece el uno, crece el otro
los dos se van a juntar.

Las ramitas que se alcanzan
fuertes abrazos se dan,
y las que no se alcanzaban
no dejan de suspirar.

La reina, llena de envidia,
ambos las mandó matar.
El galán que los cortaba
no cesaba de llorar.

De ella naciera una garza,
de él un fuerte gavilán,
juntos vuelan por el cielo,
juntos vuelan par a par.

 Transformamos el romance en un cuento, con un final feliz.  Introducimos estilo directo.


EL CONDE OLINOS
Hace muchos años atrás, en un pueblo, vivía el conde Olinos, un hombre muy trabajador y servicial.
Un día cuando le estaba dando de beber a su caballo, se puso a cantar una dulce canción.  Desde una torre muy alta la reina y su hija lo oyeron cantar.  La reina creyendo que era la voz de una sirena dijo:
-¡Hija qué lindo canta esa sirena!
Su hija un poco confundida le respondió:
-Madre, no es el canto de una sirena, es el conde Olinos que por mis amores pena.
La reina furiosa exclamó:
-Si por tus amores pena, le mandaré matar- y luego de gritar, le ordenó a un guardia que matara al conde Olinos.  Lo que la reina no sabía era que el guardia era amigo del conde, porque le había salvado la vida en una de sus peleas.  Rápidamente fue a la casa de él y le contó todo.  El conde Olinos dijo:
-Tengo una idea, yo tengo un amigo hechicero, tal vez nos pueda dar alguna poción para hacer cambiar de opinión a la reina.
En efecto, al ir a la casa del hechicero, y contarle el malvado plan de la reina, les dio una poción pero les advirtió:
-Mis pociones son muy duraderas, pero para que funcionen tienen que dársela antes de una hora, de lo contrario no funcionará.
El conde Olinos y el guardia fueron al castillo disfrazados de hechiceros para darle la poción a la reina.  La reina bebió la poción creyendo que era una bebida para la juventud; pero para su sorpresa se convirtió en un sapo, condenada a saltar toda la eternidad.
Pasado un tiempo el conde y la princesa se casaron y vivieron felices para siempre.

Cuento creado por Giovanna Salvi

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